miércoles, 13 de mayo de 2015

Puesta de Sol Abril 2015







Recuerdos del pasado



La catástrofe nació con código genético programado. El fin de La Humanidad tenía fecha de caducidad. 

Décadas atrás algunos científicos predijeron el Apocalipsis con poco éxito. La aproximación a nuestro planeta del cuerpo celeste 2181F1Q3 amenazaba con modificar nuestro eje rotacional y acercarnos a nuestro satélite con resultados devastadores. Además había que añadir otro integrante a la reunión, un gran Evento Carrington (el ciclo solar anunciaba que la peor tormenta solar de todos los tiempos se acercaba), previsto para las mismas fechas. 

La Comunidad Científica, en bloque, les dio la espalda, acusándoles de locos catastrofistas mensajeros de conspirativas teorías del Caos. 


El Grupo Hepta, (denominación de los científicos, ingenieros y técnicos que secundaban la idea de la catástrofe), redobló los esfuerzos para comunicar los resultados de sus cálculos, sin comprensión… 

Buscaron la ratificación científico-práctica de sus teorías. Diseñaron y construyeron laboratorios que les permitieron reproducir los elaboradísimos y complejos estudios, tantas veces como les permitió su conocimiento. Cada prueba que realizaban daba certeza a sus conjeturas y, en tiempo real, era conocida por toda La Comunidad Científica. A pesar de todo fueron desacreditados en cualquier oportunidad… y lo peor era que la sociedad tampoco les creía. 

Su cruzada tuvo unas pequeñas recompensas, nuevos miembros de la comunidad se unieron a ellos. Recalcularon absolutamente todo, desde el principio hasta el final. Idearon nuevos protocolos de sistematización, cálculo y análisis, recrearon los resultados con complicados programas informáticos, revisaron los datos, en su totalidad sin parcialidad… y volvieron a repetir desde cero… la búsqueda de errores concluyó dando el resultado no deseado: “Tras el impacto, el cambio que se producirá en la Tierra será incompatible con la vida”. 

Al límite de la extenuación realizaron un cambio de rumbo y decidieron dedicar los esfuerzos a preservar el futuro de la Humanidad. 

El Grupo Hepta formó una red capilar en todos los países, intercomunicados y estratégicamente posicionados en el interior de los núcleos duros de la comunidad científica tradicional y además, muy cercanos a los gobiernos de cada país, donde gozaban de cierta influencia y podían conseguir la financiación que precisaban. 

El Grupo se fraccionó en numerosas divisiones piramidales con un experto principal, dos secundarios (posibles sustitutos del principal en caso de necesidad) y su equipo. Ellos serían determinantes y resolutivos en sus campos, se dedicaban en cuerpo y alma a sus fragmentos del gran plan, desarrollaron las herramientas adecuadas para que los resultados de sus estudios y ensayos fueran irrefutables. 

Buscaron y encontraron la financiación necesaria que les permitió la independencia económica necesaria para concluir diversos proyectos. Uno de ellos fue la finalización de la base Mars1. La principal aportación del grupo (la más importante) fue el personal para la colonización de Marte. La cualificación física podía ser una traba para algunas personas importantes del grupo… se falsearon pruebas ya que la prioridad era la mente. 

Rescataron una investigación, suspendida por la crisis económica mundial, sobre un material flexible, insumergible y capaz de resistir temperaturas extremas con el que querían construir plataformas para la exploración de los satélites Europa y Encelado. Descubrieron una derivación del producto que añadía un factor inesperado, el material se convertía en intuitivo y se adaptaba a los estímulos externos, es decir, mutaba para colocarse en situación de máxima resistencia. Se realizaron innumerables pruebas, en las condiciones más extremas conocidas, temperatura, abrasión, líquidos, gases, impacto… nada conocido podía penetrar, ni siquiera dañar externamente la bola de material, el producto final era indestructible. Analizando las moléculas resultantes de las pruebas observaron que estas eran “nuevas”, no eran las mismas que al inicio de las pruebas… el material se regeneraba, reparaba a sí mismo. Las plataformas Continental ya disponían del material. 

Existía un pero, era muy costoso fabricar este material en grandes cantidades, un solo gramo consumía tantos recursos y energía como la necesaria para iluminar una ciudad de 1.000.000 de habitantes durante 100 días, ininterrumpidamente. 

La división MAT de Hepta consiguió una reducción de costes significativa y una producción más simplificada. Los costes seguían siendo excesivos. La solución vino inesperadamente, El Evento Carrington preocupaba mucho a todos los países (que estupidez, eso sí que les preocupaba), todos los sistemas de comunicaciones podrían sufrir deterioros irreparables. Y de ello se aprovecharon, implicaron y convencieron a todas las potencias que gracias a ese material se podrían construir plataformas que permitirían acercarse al Sol, como nunca se había soñado y, por tanto, estudiar el fenómeno solar con gran fiabilidad y predecir su exacto comportamiento en el futuro. El dinero corrió por sus manos. 

El plan culminó correctamente. Cincuenta y siete años fueron necesarios para que el esfuerzo y tesón de unos pocos permitiera que La Humanidad, aunque diezmada, pudiera subsistir y comenzar de nuevo. 

 Ese sería su legado y nosotros sus destinatarios. 

 DESTRUCCIÓN 

16 de Enero de 2236 

Veinticuatro voluntarios, repartidos en seis plataformas Continental, decidimos seguir en nuestros puestos y quedarnos en la Tierra para recoger datos y analizar la situación resultante de la catástrofe más terrible de la historia de la Humanidad… si conseguíamos sobrevivir. 

Treinta días para la llegada del visitante que transporta la destrucción total. Treinta días de recolección de datos que más tarde serán analizados y tal vez podrán ayudarnos a asimilar la catástrofe y sus consecuencias. 

Ni siquiera podíamos comunicarnos entre nosotros, las plataformas se bloquearon para que el Gran Evento Carrington no afectará a los equipos de comunicación y transmisión, era nuestra debilidad, que en algún momento de la historia futura, deberíamos resolver. 

16 de febrero de 2236, la tierra tiembla, se resquebraja.

Autor: José Cascales Vázquez